¿Por qué comemos pochoclo en el cine?

por qué se consume pochoclo en el cine

Pochoclo, pororó, palomitas de maíz, pop-corn o maíz pisingallo. Salado, azucarado, con mantequilla o caramelo derretido. Existe un sinfín de maneras de nombrar y consumir a este rico aperitivo a base de granos de maíz.

Pero el ritual es uno solo y se mantiene a través del tiempo; y consiste en ir al cine y comer pochoclo mientras disfrutamos de la película. ¿Por qué elegimos este alimento frente a otros? ¿Cómo se originó esta costumbre?

Detrás de todo por qué hay una razón de ser: el motivo por el cual consumimos pochoclos -además de ser delicioso y entretenido-, tiene un curioso origen que data de casi un siglo de antigüedad. A continuación, ¡la respuesta!

El origen de esta costumbre se remonta a finales de los años 20 del siglo pasado, más específicamente al período histórico denominado “la Gran Depresión”. Se conoce así a la mayor crisis económica y financiera originada en Estados Unidos y extendida rápidamente a casi todos los países del mundo. En un contexto de quiebra masiva de bancos, cierre de negocios, incremento del desempleo y aumento de los índices de pobreza; el cine –entretenimiento accesible para todos los bolsillos-, se convirtió en el principal medio de evasión para las masas.

Comenzó así la época de auge y consolidación del llamado séptimo arte, deleitando al público con la novedad de las proyecciones sonoras.

Acompañado a este boom, comenzó la demanda de un producto alimenticio barato que saciara el hambre de los espectadores durante las largas sesiones cinematográficas. Pero debía ser barato, rico y accesible.

En un principio el consumo de maní surgió como una alternativa, pero dejaba demasiados residuos en las salas de cine, mientras que los caramelos no ofrecían grandes beneficios económicos para los fabricantes.

Así es como la fórmula de cine + pochoclos comenzó a tomar fuerza y a asentarse hasta nuestros días.

Pero ¿quién fue el pionero en instalar este rico hábito? Se atribuye esta idea a Julia Braden, una mujer oriunda de la ciudad de Kansas (EEUU), quien vio una posibilidad de negocio e ideó el plan perfecto para tener contento al público a un bajo costo: colocó por primera vez un puesto ambulante de conos con palomitas de maíz en el hall del cine.

La combinación perfecta de un producto barato, fácil de realizar y apetitoso logró contagiar esta moda en las salas del mundo entero.

La llegada de la Segunda Guerra Mundial, consolidó aún más esta práctica: debido a la escasez de azúcar, los vendedores de caramelos fueron desapareciendo paulatinamente. Así el maíz –producto local, abundante y barato- logró consolidarse definitivamente como el menú ideal para los cinéfilos.

De esta manera se popularizó el consumo de este producto hasta nuestros días.

Actualmente, el pochoclo constituye una fuente de ingresos económicos tan importante para los dueños de los cines como lo son las entradas mismas. ¡Increíble!

Preguntas y respuestas + populares

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *