Quizá alguna vez te preguntaste por qué el inventor del teclado de las antiguas máquinas de escribir – precursoras de los teclados de computadoras, tabletas y smartphones – decidió colocar las letras en ese orden en particular, en lugar de respetar el alfabético, o cualquier otra forma de alinear las letras en particular.
Las máquinas de escribir surgieron en la segunda mitad del siglo XIX, concretamente fue en 1872 que Cristopher Latham Sholes diseñó el modelo popularizado de las antiguas máquinas mecánicas, con la ayuda de dos amigos inventores en Milwakee, Estados Unidos.
Aquellas máquinas funcionaban con una suerte de martillos, accionados al tocar cada tecla, que imprimían la letra con un sello sobre el papel, mediante una cinta entintada. Pero al utilizar el orden alfabético, las letras tendían a chocar y trabarse entre sí.
Sholes, entonces, alteró el orden de las teclas para separar los tipos que se usaban juntos con más asiduidad. Estudió la frecuencia de pares de letras – en idioma inglés, claro está –, es decir, los pares que mas se utilizaban, y en base a esto diseñó el famoso teclado QWERTY, que todos conocemos actualmente, y que se llama así precisamente por el orden de las letras de la primera fila superior. La disposición de las teclas permitía que se esperara el menor tiempo posible entre letra y letra al escribir, poniéndolas bastante separadas en el teclado para que sus barras no se enredaran. Procuró además que, con este teclado, una mano vaya a la posición deseada mientras la otra presiona una tecla.
Sin embargo, este teclado en realidad no es el que permite escribir más rápido y aún así, se ha difundido tanto que ha dejado completamente atrás a las máquinas de escribir mecánicas, y ha llegado a los modernos gadgets como tabletas y smartphones.
En 1932, por ejemplo, un inventor de apellido Dvorak diseñó un nuevo teclado, que realmente está orientado a que escribamos más rápido, ubicando las vocales a la izquierda y las consonantes más utilizadas a la derecha.
Sin embargo, el teclado QWERTY está tan difundido, que nunca tuvo éxito ni es muy conocido. Probablemente, ninguno de nosotros a estas alturas desearía que cambien el orden de las letras en nuestros teclados.