¿Por qué odiamos los lunes?

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Puede parecer una obviedad, pero lo cierto es que la sensación predominante un lunes a la mañana es la de desgano y algo de abatimiento ante la perspectiva de enfrentar una semana completa. Claro, el descanso del fin de semana terminó y hay que retomar la resolución habitual de situaciones cotidianas, incluyendo aquellas que nos causan un gran estrés y de las que preferiríamos huir.

Pero la ciencia, además, nos brinda elementos objetivos que permiten dilucidar por qué se produce esa sensación generalizada de desánimo y apatía.

Un primer elemento es los desórdenes del sueño. Solemos pensar que si dormimos menos de lo necesario durante la semana, podemos compensarlo el fin de semana levantándonos tarde. La realidad es que el sueño no funciona de este modo acumulativo, es necesario dormir bien cada día para evitar las consecuencias a largo plazo de un sueño ineficiente, a nivel físico y mental. Intentar recuperarnos el fin de semana con más horas de sueño, sólo da por resultado que el lunes nos sintamos más cansados y somnolientos. El cerebro es muy sensible a estos cambios de hábitos.

La subjetividad, claramente, juega un importante rol en este sentido. Encuestas realizadas a trabajadores, señalaron que encuentran el mismo nivel de dificultades en su tarea todos los días por igual, menos los viernes que sienten más liviana su tarea. Lo cierto es que la perspectiva de prepararse para el fin de semana hace que los inconvenientes se sientan más fáciles de superar, en cambio los lunes todo parece más difícil por la idea de tener que enfrentar una larga semana por delante, aunque los problemas objetivos sean los mismos.

Otra investigación científica sostiene que los lunes nos hacen sentir peor con respecto a nosotros mismos. En efecto, durante los fines de semana solemos hacer cosas por nosotros, como cuidar nuestra estética, hacer ejercicios, encontrarnos con familiares o amigos queridos y con quien la pasamos bien, hacer cosas que nos gustan y elevan nuestra autoestima y bienestar.

La llegada del lunes hace que se diluya esa sensación, ante la falta de tiempo – muchas veces – para dedicarlo a nuestro bienestar. El hecho de que generalmente los lunes comenzamos con cambios de hábito como iniciar una dieta de pérdida de peso o dejar de fumar, hace que debamos revisar nuestro comportamiento pasado, haciéndonos sentir mal. Las mujeres, en una encuesta, revelaron sentirse menos atractivas los lunes.

Los días lunes peligra nuestra salud. Los cambios repentinos de hábitos como grandes comilonas, trasnochar, fumar más o beber alcohol, hacen que el lunes sea el día en que se registran más infartos, como consecuencia de estos desarreglos. La presión sanguínea suele ser más elevada los lunes, y solemos sentir malestar.
Los lunes te hacen sentir peor con respecto a tu trabajo.

Otra estadística muestra que los lunes y martes suelen recibirse mayor cantidad de solicitudes de empleo. Esto se debe a que si tienes algunas disconformidades con tu empleo actual, al llegar el lunes sentirás que lo aborreces y querrás cambiar de trabajo de inmediato.

Son muchas las razones para detestar los lunes, pero la realidad es que es tan solo un día, y una buena actitud puede marcar la diferencia. “Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así”, decía el gran Joan Manuel Serrat, y algo de razón tiene, ¿no creen?

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