Cada parte de nuestro cuerpo sirve para algo, y los más curiosos siempre buscan las respuestas. No paran de buscar, no se detienen y no descansan hasta encontrarla. Si buscamos las funciones de algo en particular, no nos detendremos hasta encontrarlas. Pero si ese “algo en particular” no tiene ninguna función, ¿Inventariamos una para justificar nuestros esfuerzos?
En el interior de nuestra cavidad bucal, se encuentra una estructura carnosa de forma romboide, que cuelga sobre el paladar blando. Justo por encima de la raíz de la lengua y en medio de las amígdalas.
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De forma vulgar, suele ser llamada como “campanita” o “campanilla”. Pero su nombre técnico es úvula y hay controversia sobre si es un apéndice en desuso o una parte de nuestro cuerpo, que cumple su determinada función.
Algunos de los investigadores de la anatomía humana, sostienen que la úvula es un órgano de nuestro cuerpo que quedó en desuso hace tiempo ya. Se especula que este órgano fue utilizado en formas de vida primitivas al actual ser humano. Conforme la evolución hizo su presencia, la necesidad de depender de esta pequeña gota de carne se hizo obsoleta. Quedando vestigios aún visibles, como lo es en el caso del “coxis”. (Estructura ósea ubicada en la terminación inferior de la columna vertebral, que denota la evidencia de que algún antepasado común poseía cola).
Pero también nos encontramos con la otra parte que sostienen los científicos. Esta nos dice que la úvula está implicada en la función del habla. Ya que interfiere para la correcta pronunciación de palabras. Incluso se sostiene que al extirparla, no sería posible poder dominar un habla adecuado. Las vibraciones e interacciones que esta tiene con el aire, hacen posible la fonética adecuada.
Las cavidades nasales y bucales, están conectadas entre sí, por lo tanto, si la úvula no estuviera en su lugar, los alimentos ingeridos podrían salir por la nariz. La unión de ambas cavidades es bloqueada por la úvula, evitando que este accidente suceda. Pero a menudo suele ocurrirnos que mientras estamos bebiendo, nos viene de repente un estornudo, y es ahí cuando este sistema falla, ya que parte de la bebida es desviada a las cavidades nasales. Esto ocurre, porque el aire proveniente del estornudo desvía la úvula, impidiendo que esta bloquee las uniones bucofaríngea y nasofaríngea.
También se tiene en cuenta un problema típico y común en nosotros, se trata del ronquido. Por lo que tener la úvula demasiado larga, puede causar inconvenientes de carácter respiratorio, como el ronquido o la apnea.
También se sabe que introducirse algo en la boca que haga contacto con la úvula, produce náuseas. También reflejos de contracción en el estómago, que habitualmente causa el vómito. Se sabe que esto ocurre porque la estimulación directa sobre la parte blanda del paladar y la úvula en conjunto, producen respuestas en el nervio glosofaríngeo. El mismo está implicado el complejo proceso del vómito.
A pesar de todo, parece que la vulgarmente llamada “campanilla” tiene sus funciones. Lo que nos anima a pensar, que no es un órgano en desuso. Después de todo evitar que los alimentos ingeridos se desvíen a la nariz, no es una función que deba ignorarse.